fundamentos para una agenda estratégica
El mundo está
experimentando transformaciones fundamentales que se están desarrollando a
tasas de cambio de velocidad inédita. Este movimiento de cambio recorre
aspectos centrales de la sociedad contemporánea, llega hasta sus estructuras
más profundas y transforman la vida cotidiana de millones y millones de
personas. El ritmo del cambio es de tal aceleración, que ofrece pocas
posibilidades de ‘metabolización’
con las consiguientes dificultades de fondo en la readaptación de percepciones,
pautas culturales, imágenes de la realidad e ideologías. En pocos años, se ha transformado
decisivamente el escenario geopolítico universal. Por otra parte, se están
produciendo vastas modificaciones en el sistema económico internacional, y la
emergencia de grandes espacios geoeconómicos que condicionarán profundamente el
desenvolvimiento de las próximas décadas.
A los cambios
geopolíticos y geoeconómicos se suman variaciones de fondo en el campo
tecnológico. La matriz tecnológica básica de la humanidad está cambiando. Los
modos esenciales en que las comunidades producen bienes y servicios, los
distribuyen, los marketean y los consumen, están siendo sustituidos
ante el impacto de la tasa de invenciones tecnológica más veloz de la historia.
La misma ha generado en pocas décadas avances revolucionarios en campos de
amplísimas aplicaciones como la informática, la microelectrónica, la
biotecnología, la robótica, el managment, etc. Una dimensión clave para la
difusión de los cambios se halla a su vez en plena ebullición: el mundo de las comunicaciones.
En pocos años, se están produciendo transformaciones que permiten estilos de
comunicación ajenos a todo el resto de la historia de la humanidad en tiempo,
distancias cubiertas y mensajes transmisibles. Ello facilita a su vez la
difusión y réplica multiplicadora inmediata de los cambios en las otras áreas.
Es posible
visualizar en el marco de estos procesos de cambio, algunas tendencias
centrales de desarrollo destinadas a impactar fuertemente todos los aspectos
básicos de la vida de una sociedade ahora mundial, consecuencia de la
interdependencia planetaria. La tendencia a la transformación de la humanidad
en lo que se ha denominado ‘una gran aldea global’, en donde las
interconexiones y relaciones de dependencia se estrechan cada vez más y se
multiplican, están en pleno curso. Asimismo, un sello típico de los cambios en
marcha es la expansión de la ‘diversidad’. Ello está conduciendo a situaciones
no previstas, y a su vez con enorme potencial generador de escenarios no
hipotetizables bajo ninguno de los modelos usuales de proyección de futuros. Preside
el cambio una explosión en gran escala de ‘complejidad’. La interdependencia
entre la diversidad en expansión de variables, en medio del cambio
hiperacelerado genera umbrales de complejidad nunca antes presentados. La
complejidad, a su vez, determina dosis enormes de incertidumbre. La combinación
de las tendencias mencionadas, conforma un contexto donde los niveles de
previsibilidad se han reducido al mínimo. En su conjunto, todo ese cuadro
conduce a un descenso significativo en las capacidades de gobernabilidad.
Orientar sociedades en el contexto de interdependencias a escala universal,
explosión de complejidad e incertidumbre, plantea exigencias que no se hallan
al alcance de los instrumentos de gobierno usuales. Se trata en definitiva de
lidiar con realidades cuya lógica de desarrollo supera los modelos históricos
tradicionales.
Una
característica relevante del nuevo contexto internacional es la revalorización
del conocimiento. La complejidad sólo puede afrontarse con incrementos
substanciales en los stocks de
conocimiento disponible por la humanidad, lo cual determina una nueva división
abierta entre los pueblos; ahora es entre naciones veloces y naciones lentas,
según su capacidad de reaccionar en términos de tecnología y conocimiento a los
cambios estructurales en marcha en el contexto.
El extraordinario
fenómeno emergente de las REDES crea una oportunidad única al potenciar las
sinergías y acercar posibilidades de respuestas en términos exponenciales. El
armado de esquemas meta-redes, que articulen orgánicamente al sector público y
al productivo con la sociedad civil, garantizará el feed back con la realidad y
la consecuente participación democrática en un nuevo diseño de convivencia en
el terreno político.
Estos nuevos
escenarios y la movilización de los actores involucrados deben contribuir a
elaborar una agenda estratégica
ciudadana para diseñar el perfil de una nueva ‘realidad necesaria’, deseable, a
partir de la inferencia de temas claves ligados a los grandes problemas de la
humanidad. Una conjugación orgánica de estos factores y experiencias debieran
orientar una emergencia saludable para poder asumir favorablemente los desafíos
que impone una nueva civilización.
En diversas regiones del planeta se están dando en
este contexto global desequilibrios brutales. En América Latina el impacto de
la situación social, en el marco de un virtual colapso ambiental en muchas
áreas, ha llevado al derrumbe todos los ‘muros de contención’, convirtiendo a
la pobreza en la principal causa de muerte con más de 1.500.000 víctimas
anuales, entre ellos 700.000 niños que perecen antes de cumplir su primer año
de vida. Ese derrumbe de las defensas tradicionales ha llevado a la instalación
de enfermedades epidémicas del siglo pasado, como el cólera.
NuestroSur necesita avanzar substancialmente
en materia de conocimiento aplicado al extremadamente difícil proceso de
ingeniería social que se ha abierto este fin de siglo. Esto exige llevar a cabo
un proceso de construcción de ciudadanía, modificaciones en pautas culturales y
rediseños institucionales, en síntesis, el desafío de iniciar una discusión
orgánica y sólidamente basada sobre opciones, riesgos y oportunidades.
Nuestra
generación debe hacer frente a los principales dilemas que enfrenta la región,
de cara la nuevo milenio, elevando los umbrales de gobernabilidad, pero también
construyendo un futuro deseable para todos.
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